martes, 29 de marzo de 2011

Amigos

El Sindicato de Guionistas de Estados Unidos, en su rama oeste, organiza todos los años una serie de coloquios con exitosos guionistas bajo el nombre de “Anatomía de un Guión”. Una, que está desempleada, no puede permitirse ir a todas las sesiones, pero hubo una a la que no podía faltar, y era la visita de Marta Kauffman y David Crane.

Kauffman y Crane crearon hace casi 20 años (gulp) una serie de éxito, de culto, clásica, moderna y que hablaba sobre “ese momento en tu vida en el que estás solo y soltero en una gran ciudad y tus amigos son tu familia”. Sí, hablo de Friends. El otro día la comparé a El Padrino en el mundo televisivo y uno de mis amigos casi me saca a patadas del pub. Vale, El Padrino no. Es el Billy Wilder de la televisión.

Marta Kauffman y David Crane estudiaron en la universidad de Brandeis, donde se conocieron. Empezaron a colaborar escribiendo musicales y obras de teatro y siguieron haciéndolo tras graduarse. Una década después de empezar, crearon la serie “Dream On” que les dio prestigio crítico en la televisión por cable americana. Y, tras eso, nació Friends.

El Sindicato fue tan amable que hasta nos repartió el pitch de la serie y el desglose del primer capítulo. Para iniciados, o para mi padre que será el primero que lea el blog, el pitch es el documento que primariamente se presentaba a las cadenas de televisión (o, en el caso del cine, a las productoras) en el que se explica el proyecto y a dónde se quiere ir con él. A día de hoy, como los productores (sí, esos que trabajan íntimamente con los guionistas) no tienen ganas de leer, el pobre escritor que vive detrás de su teclado tiene que hablar (sí, hablar, delante de gente) y explicar su proyecto en vivo y en directo. Todos aquellos que habéis tenido que preparar un pitch sabéis que hay que describir a los personajes y presentar el conflicto, definir a dónde va la serie, qué es lo que pasa.

No Kauffman y Crane. Porque Friends no tenía un desarrollo normal, ni un argumento claro. Como ellos dijeron, era una serie en la que seis amigos hablaban y pasaban el tiempo juntos. La esencia del show residía en sus personajes, y como descubrieron pronto, lo de “mostrar, no explicar” no iba con ellos. La gente no quería ver a Ross en una cita extraña, quería ver a Ross contándole la cita extraña a su pandilla.

Tras vender a NBC, Warner Brothers mediante (sí, un estudio produce el show, el otro lo distribuye, para entender Hollywood hacen falta ecuaciones), empezaron a escribir un primer capítulo que sirviese de ejemplo. Hicieron un borrador de una historia que era, evidentemente, un piloto con mayúsculas, con introducción de tramas, personajes, conflictos. Sonaba a piloto y no les gustaba. Lo tiraron a la basura y empezaron otra vez: “No era la serie que queríamos escribir. Estamos acostumbrados a la fórmula del piloto, en donde hay cosas que pasan. En el nuestro no pasaba nada (…), no sabíamos hacia dónde iba a ir la serie, sólo queríamos escribir un episodio divertido que le hiciese gracia a los ejecutivos para que nos dejasen hacer la historia que queríamos contar.”

El piloto de Friends interrumpe una conversación entre amigos, que no introduce explícitamente nada más que una cafetería, un mundo, y la sensación de que esa gente que habla es la gente con la que quieres pasar el resto de tu tiempo: “No queríamos que fuese Seinfeld, queríamos que transmitiese una sensación cálida hacia los personajes. Somos escritores que tienden a moverse en torno a conflictos emocionales, quién está enamorado de quién, quién tiene un problema con quién.”

David Crane, en su nuevo proyecto, Episodes (que recomiendo encarecidamente), escribió un momento en el que Matt Le Blanc le explica al guionista de la serie por qué la protagonista no puede ser lesbiana. Porque hay que dejar espacio para las historias. Que fue lo que hicieron Crane y Kauffman en Friends, definir suficientes conflictos emocionales como para que, a mitad de la cuarta temporada, las historias no se agotasen. Con ello también tenían el ojo puesto en los cambios que iban a experimentar los personajes, comentando que al iniciar una temporada nueva los guionistas, antes de empezar a bombardear la pizarra con historias, analizarían qué personajes tenían que tener arco a lo largo de la temporada y cuál iba a ser tal arco.

Aunque parezca raro, yo no tengo una película que me dijese que quería ser guionista. Mucho antes de enterarme de que había alguien que escribía películas, yo escribía cuentos. Pero Kauffman y Crane son los responsables de que me diese cuenta de que también había escritores en televisión. No sólo eso, sino que los escritores ERAN la televisión y, además, se les respetaba en el medio como tal. No sólo eso, sino que cuando el presidente de la cadena expresó su poca fe en el proyecto, sus dos directos subordinados decidieron apoyar a Kauffman y Crane a pesar de la opinión del jefe. Tenían razón.

Las cosas han cambiado un poco.

Crane y su compañero Jeffrey Klarik ahora escriben, como he comentado, Episodes, la historia de una pareja de guionistas británicos que se mudan a Hollywood para adaptar su serie a la audiencia americana. Yo no sé si para todo el mundo tiene gracia, pero literalmente Hollywood, sobre todo en su trato al guión, es a día de hoy lo que se ve en esa serie. Deprime y divierte. Ah, es cable, claramente. David Crane dijo que tras su último proyecto en una cadena pública, The Class, también co-escrito con Klarik, en donde nadie sabe ya lo que quiere, juró no volver a salir del cable. No me digáis que no es triste que el creador de una serie emblemática de la NBC diga eso.

Kauffman, que dijo estar reinventándose a sí misma, aprendiendo a escribir sola después de más de veinte años haciéndolo en pareja, comentó que esa moda que hay últimamente de pretender que una serie sea “como” otra serie es una tontería (siempre lo preguntan cuando haces un pitch: ¿y esto a qué se parece?), y que si un proyecto es lo suficientemente bueno, lo suficientemente especial, y lo suficientemente diferente, no importará que no se parezca a nada más, las cadenas lo comprarán. Viva el optimismo.

Yo me quedo con dos lecciones de ambos. Una, la que todos los guionistas (incluido el de Walker Texas Ranger) nos comentan “Cree en lo que escribes. Si escribes lo que otros te piden que hagas, estás jodido”.

Y dos, cuando comentaron que su primer trabajo en la industria fue de productores y creadores de un show, Dream On, sin haber pasado antes por las segundas divisiones: “Nadie nos dijo que no se empezaba así, que no se podía... y lo hicimos”.

domingo, 27 de marzo de 2011

Welcome to Hollywood!


Es lo que tiene no tener trabajo, que crías enanos… o blogs. Este que inauguro viene a ser un proyecto personal de ayuda al pobre guionista extranjero que tiene que abrirse paso en la ciudad de la industria del cine (nada autobiográfico, como podéis ver). Aquí encontraréis desde consejos hasta entrevistas con españolitos perdidos aquí, pasando por relatos en primera persona o artículos sobre coloquios de reputados guionistas que florecen todas las semanas.

Cualquier pregunta/duda/consejo, cloalegrameeldia@gmail.com está abierto para todos vosotros. Alguna vez que otra repetiré artículos aquí y en Alégrame el Día (no soy persona sin ser guionista, ni guionista sin ser persona), pero que quede claro que éste, y sólo este, es mi blog de guión.

Bienvenidos a PRIMER PUNTO DE GIRO.