El Primer Punto de Giro en un guión es el momento en el que el primer acto acaba y, gracias a una decisión del protagonista, nos adentramos en la aventura del Segundo Acto. O, como yo lo llamo, la Graduación.
sábado, 7 de mayo de 2011
Prestando demasiado
Ayer fui a ver Something Borrowed, porque a mí me van las comedias románticas, sean como sean (y últimamente son malas). Ésta cuenta la historia de Rachel y Darcy, amigas desde que eran casi bebés. Rachel conoce a Dex en la universidad y se enamora de él, pero nunca lo confiesa. Al final Darcy se lo liga y, seis años más tarde, están a puntito de matrimonio. Entonces, en una noche de borrachera, Rachel y Dex acaban juntos en la cama y... ya se ha liado.
Aparte de por ser una comedia romántica, quería ver esta película por una razón especial. Se establece que Rachel y Darcy son amigas de toda la vida, que Darcy siempre se lo lleva todo, que Rachel nunca gana nada, chicos incluidos. Darcy es la mala, Rachel la buena. Pero siguen siendo amigas. Yo quería ver cómo habían creado esa relación los guionistas, de qué forma se justificaba su amistad a través de los tiempos. Porque, muchas veces, a pesar de lo malo, tu mejor amiga sigue siendo tu mejor amiga y la aceptas tal cual, y por eso romperle el corazón te rompe el tuyo a la vez.
Al final me quedó claro que, más o menos, hicieron un buen trabajo haciendo entender por qué ambas son amigas pero en detrimento de los personajes. Al final somos conscientes de que Darcy es mala porque Rachel y su mejor amigo Ethan hablan de ello, pero no porque veamos a Darcy ser mala. Sí, a veces es egoista y comete errores. Pero al hacer que valore tanto su amistad con Rachel, una parte del conflicto se va a la porra. Porque Rachel entonces parece mucho más mala, a no ser a ojos del resto de las Rachel del mundo que entienden por lo que pasa por la mente de la que siempre es "amiga de". Pero, ejem, eso significa un pobre trabajo de guión. En resumen, que se han comido a la antagonista con patatas porque, al evitar hacerla mala (al menos lo suficiente como para no merecer al chico) y merecedora de la amistad de la prota, la han hecho maja.
El segundo problema del guión, y bien grande, es el chico: Dex. El guapo, rico, simpático y listo compañero de clase de Rachel, el que la ama pero no se atreve a decirlo, el que engaña a su prometida con su amor de universidad pero no se atreve a romper la boda porque, entre otras cosas, tiene demasiada presión familia (una excusa que la plantan como calzador a mitad de la película, rara como ella sola). Y Colin Eggle... o como se llame, que lo protagoniza. El chaval es guapo, de eso no hay duda. Pero es un calzonazos. Además... al otro lado de la balanza está John Krasinski.
Yo no soy, aún, fan de The Office (es una de mis asignaturas pendientes), pero lo soy de Away We Go. Y de Krasinski. Me encanta. ¿Es el hombre más guapo del mundo? No, señor, pero es un encanto. Y el que interprete a Ethan, el mejor amigo de Rachel, es un error de guión y de casting. ¿Por qué? Porque acaba enamorando más al público este personaje que el del chico que rompe la amistad de ambas. Tras medio metraje quieres decirle a Rachel que se olvide del guapo, que se quede con Ethan y se ahorre el cabreo con su mejor amiga que, al final, ni siquiera es tan bicho. Pero la historia no es esa, evidentemente.
Los errores de casting, o, más bien, los tremendos aciertos de casting, me han jorobado algún que otro romance televisivo. Lo llamo el "Síndrome Robert Downey Jr", porque yo era gran fan de Ally McBeal cuando Roberto se introdujo en el mundo de los abogados en su cuarta temporada pero, por problemas con las drogas (de aquellas Downey Jr. aún era colega de las mismas), fue invitado a abandonar la serie antes de lo previsto. ¿El problema? Un gran personaje, interpretado por un gran actor, que dejó en pañales a los previos y posteriores intereses románticos de Ally (Jon Bon Jovi... no me comparéis, por Dios). Mi opinión personal fue que tenían que haber seguido con Roberto, porque no había muchos que pudiesen hacerle sombra. Pero ya se sabe que el negocio del cine no funciona así.
El segundo caso y, para mí, más hiriente, fue el momento Aidan en Sexo en NY. Lo siento, ya sé que hay mucha gente que amó un poco más a Big al final, pero eso sólo fue porque antes de acabar con Big a Carrie tuvieron que colocarle una serie de fracasados o petardos (bailarín a la cabeza) que ejemplificasen lo malo y que pudiesen compararse a Big, haciéndole ganar a él. Porque la realidad es que Big, al ladito de John Corbett y su Aidan, no tenía nada que hacer. No sólo hablo de Aidan personaje, hablo del actor que lo interpreta y su carisma. Corbett apareció en la última temporada de Parenthood como ex-marido cabrón de Lauren Graham (por qué nadie pensó en esa pareja televisiva antes escapa a mi entender), y acabó enamorando a la audiencia.
De tamaña disección de los hombres en romances ficticios (y eso que no entré en el personaje de Billy y su actor en Ally McBeal, el peor, peor, peor error de casting de la historia de la tele reciente) sacamos dos conclusiones. Primera, el casting hace mucho y puede arreglar o fastidiarnos una historia de amor. No hay nada peor que química donde no tiene que haberla y escasez de ella donde se necesita.
Y, segunda conclusión, la que le incumbe al guionista de Sexo en NY o de Something Borrowed: si te enamoras del personaje secundario y le llenas de carisma, más te vale hacer lo propio, al cuadrado, con el personaje principal, o acabarás con gente como yo, que desea un cambio en la historia para que John Krasinski acabe con la chica. Porque se lo merece mucho más.
O si no, preguntaos: ¿Jimmy Stewart como interés romántico? Claro que sí. A no ser que tengas enfrente, como personaje principal, a... Cary Grant. Para más información, click aquí.
Quiero a Krasinski para mi guión, ya.
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